jueves, 27 de marzo de 2014

LAS IDEAS NACIONALISTAS


Las naciones, tal como las conocemos hoy día, son el resultado de complejos procesos históricos, sociales, políticos y económicos que anclan sus raíces en distintas etapas del desarrollo humano. Uno de los fenómenos más complejos y determinantes en la configuración de las naciones es el nacionalismo.
NACIONALISMO
La mayoría de científicos sociales reconocen al nacionalismo como una ideología nacida en la modernidad,
ligada a la consolidación de los Estados-nación y a las ideas de soberanía popular y democracia surgidas con la
Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos. Las naciones como tal no han existido desde siempre, se empezaron a forjar en los siglos anteriores a la Revolución Francesa. En los siglos XVII y XVIII, las
clases medias en la mayoría de los países europeos se guiaban políticamente por los ideales humanistas
universales de libertad, igualdad y fraternidad, propuestos por la Ilustración y cristalizados en la Revolución
Francesa. Sin embargo, desde comienzos del siglo XIX, la creencia en los principios universales, los Derechos
Humanos y el progreso natural de la humanidad se vieron desplazados por la imagen idealizada de cada nación. Esta imagen fue construida a partir de los ideales románticos del pasado, retomando tradiciones antiguas y elaborando un imaginario colectivo. De esta manera, fue conformándose una noción de colectividad agrupada en torno a unos valores ancestrales, hereditarios, que dieron lugar a una cultura e identidad nacional.
Este nuevo enfoque implicó la supremacía de los valores nacionales sobre los valores humanos universales, con lo cual la identificación y la solidaridad con los coterráneos, es decir con los del mismo país, se hicieron más fuerte y se debilitó la valoración de las personas que no eran del país. Surgieron entonces las referencias
"nosotros" y "ellos" con sus correspondientes categorías "dominación" y "exclusión". Estos sentimientos nacionales eran ajenos a la nobleza europea anterior a la Revolución Francesa. En los Estados monárquicos absolutistas precedentes, las instituciones políticas estaban basadas en vínculos religiosos o dinásticos y los ciudadanos le debían lealtad a la Iglesia o al monarca, quien ejercía el poder de manera absoluta.
Con la llegada al poder de las elites intelectuales e industriales, la forma de ejercer el poder cambió. La política pasó de ser ejercida por una persona soberana a ser ejercida en nombre de una nación, de una colectividad también soberana. Los sentimientos de lealtad y deber de los súbditos hacia el monarca se transformaron en vínculos sentimentales y emocionales en relación con el conjunto de símbolos que identificaban la nación. Por tanto, podemos decir que el concepto nación se forjó y perfeccionó en las sociedades masivas e industrializadas de los siglos XVIII y XIX, cuando la unión en torno al ideal de nación soberana facilitó la acción de un Estado contra otro.
LA IDEA DE NACIÓN
La palabra nación proviene del latín nascere y significa lugar donde se nace. Desde las Ciencias Sociales y
Políticas se define como una realidad constituida por un conjunto de seres humanos que comparten un lugar
común de nacimiento y de vida, con una serie de características que los identifican y al mismo tiempo los distinguen
de otros grupos: etnia, lengua, costumbres, tradiciones, historia, religión, música, gastronomía; pero sobre todo comparten un sentimiento común de tener un mismo destino. En términos de los ideales de las revoluciones burguesas, la nación simboliza la unidad y autodeterminación política del pueblo, entendido éste como el conjunto de ciudadanos libres e iguales frente a los poderes tradicionales, aristócratas y reales.
De esta manera, es notable el sentido dual de nación: por un lado definida en términos políticos, desde la
Revolución Francesa, relacionada con la voluntad individual y asociada a los grandes Estados europeos; y por otro, una definición en términos culturales de lengua, etnia y religión. Las dos concepciones del sentido nación originan contenidos distintos: la nación política y la nación cultural.
LA NACIÓN POLÍTICA
La nación política proviene del modelo francés. Esta concepción promulga el funcionamiento del aparato estatal aglutinando a los individuos que la integran, en un espacio económico, social y político abarcado por el Estado.
La forma acabada de la nación política es el Estado-nación, caracterizado por la coincidencia entre el ejercicio de la autoridad y el desarrollo de una solidaridad entre su población. Los vínculos que mantienen unida a la sociedad de la nación política son de tipo asociativo, resultado de pactos que garantizan beneficios de la asociación para el individuo. Este modelo se aprecia en el siglo XIX en los casos inglés, holandés, suizo, norteamericano y francés. La nación política implica una organización para la obtención de fines políticos y económicos. Por ejemplo, un fin económico es la protección del mercado interior frente a la competencia extranjera y el desarrollo de la industrialización. Como ejemplo del Estado-nación está Francia, que fue capaz de conformar una única comunidad nacional sobre un conjunto de territorios que, históricamente, formaban unidades culturales y políticas distintas. En este caso, la asimilación y supeditación de las culturas minoritarias a un Estado mayor y a una sociedad nacional, demuestra la fuerza de unión del Estado.

LA NACIÓN CULTURAL
La nación cultural proviene del modelo alemán y se sustentó en la existencia de un grupo étnico diferenciado, que comparte una lengua, un territorio y el desarrollo histórico. Este tipo de nación dio origen a un nacionalismo cultural en el que se privilegia lo autóctono y lo comunal. Las naciones culturales son organismos que mantienen unida a la sociedad a partir de nexos comunitarios como la etnia y el territorio. Ejemplo de este tipo nacional: la etnia, la educación y la lengua. Estos elementos promovieron:
La exaltación de la cultura germánica.
El desprecio por las demás culturas y naciones.
El autonombramiento de Alemania como guía del mundo.
En estas circunstancias, a los ojos de los alemanes, era clara la necesidad de una acción política y militar que defendiera a cualquier precio la pureza de la "raza" y la cultura alemanas.
FACTORES CULTURALES EN EL NACIONALISMO
Lengua, "raza", religión y territorio son para el nacionalismo parte fundamental de su legitimidad. Pero de todos los elementos culturales que intervienen en la estructura de la nación, la lengua es quizás el más importante, ya que resulta el elemento más eficaz a la hora de marcar la diferencia y mantener la distancia entre el "nosotros" y los "otros". La lengua fue usada en el caso alemán como "frontera interior", especialmente funcional en una nación donde las fronteras naturales no estaban definidas. La lengua fue explotada en la medida que permitió desarrollar una comunicación y a su vez facilitar la participación de los ciudadanos en asuntos políticos.
Otro vínculo comunitario determinante es el territorio. Es innegable que los individuos crean lazos afectivos muy fuertes con su lugar de nacimiento; y el nacionalismo ha sabido usar esta afectividad para fortalecer el sentimiento de pertenencia. La religión, indirectamente, colaboró con la expansión del nacionalismo por la crisis que afrontó durante la Revolución industrial y por la incapacidad del pueblo para encontrar un sustituto filosófico o ideológico de la religión. Según Hayes, "comunismo y nacionalismo fueron y son las alternativas que se ofrecen a las clases populares en reemplazo de la religión"; así, el nacionalismo entró a llenar el vacío que dejó la religión. En síntesis, lo importante es forjar una identidad que legitime la independencia política. Para ello, el
nacionalismo recurre a cualquier elemento: gastronomía, sangre, historia o indumentaria; alrededor se
conforman los mitos nacionalistas que se deben proteger a toda costa y que han derivado en las más diversas y crueles formas de violencia.
ESTADOS-NACIÓN Y NACIONALISMO
Los Estados-nación son hijos del nacionalismo, y en ellos el "Estado existe cuando se da un territorio elimitado, una población y un gobierno central, que ejerce el poder sobre ambos, representando una soberanía nacional". En este sentido, el Estado tiene el monopolio de la coerción, ejercida a través de grupos especializados y autorizados: el ejército y la policía. En teoría, en los estados-nación debe haber correspondencia entre nación y Estado. Sin embargo, históricamente han existido y existen Estados que comprenden varias naciones: como la antigua Unión Soviética o la ex Yugoslavia, y naciones divididas en dos o más estados como fue el caso de la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana.
Pese a que el concepto de nación tiene un contenido democrático, también implica la lucha por el poder y la exclusión de los otros. En una nación heterogénea y multiétnica la proclamación de una nación suprema genera una unidad artificial, que con el tiempo derivará en rupturas o intentos de emancipación violentos. La mayoría de las naciones no lo son por autodeterminación, sino que fueron construidas mediante el poder estatal e impuestas por la fuerza. Nación y nacionalismo están asociados a dominación y exclusión; a homogeneización y opresión. Lo cual fue evidente en el siglo XIX con el uso del lenguaje como forjador de identidad nacional, cuando los Estados se dieron a la tarea de educar a las masas en lengua vernácula, con el propósito de aumentar los niveles de participación en política. La alfabetización y la democratización masivas contribuyeron a la creación de identidades nacionales fuertes, infundiendo en los ciudadanos una nueva dignidad. El nacionalismo eliminó la distancia que en épocas anteriores separaba a las elites de "la plebe", ya que las naciones se definen en términos del "pueblo" independientemente de su clase u ocupación. En el nacionalismo, "el pueblo es soberano, es el objeto central de la lealtad, y la base de la solidaridad colectiva".
POLÍTICAS DE CONSTRUCCIÓN NACIONAL
Las políticas de fortalecimiento del nacionalismo, desarrolladas en el siglo XIX, incluyeron:
Planes de estudios de educación nacional.
Apoyo a los medios de comunicación nacional.
Imposición de símbolos nacionales como la bandera, el escudo y el himno.
Determinación de leyes sobre idioma oficial y la ciudadanía.
Estas políticas generaron resistencia en minorías culturales, que históricamente ejercían algún tipo de gobierno propio. La destrucción de las formas organizativas de las naciones pequeñas y su incorporación al Estado nacional, las impulsaron a iniciar un proceso de recuperación de la independencia política y territorial. Este
denominado nacionalismo de las minorías entró en pugna con el nacionalismo de Estado, con lo cual los
Estados-nación adquirieron un doble carácter: de constructores y destructores de naciones, al imponer un sentimiento de pertenencia nacional artificial ignorando las minorías nacionales. Los programas de
"construcción nacional del Estado" del siglo XIX tuvieron como elemento principal las políticas de colonización de los territorios de las minorías, intercediendo en sus instituciones políticas y educativas e imponiéndoles un idioma común.
CONSECUENCIAS HISTÓRICAS DEL NACIONALISMO
El nacionalismo fue convirtiéndose en el principal sentimiento de cohesión de los países y sociedades europeas del siglo XIX. Su objetivo de conformación, fortalecimiento o expansión se concretó en la segunda mitad del siglo. En la primera mitad, los nacionalismos, como los casos de Grecia, Polonia, Hungría e Italia, se pueden calificar de nacionalismos políticos asociados a las ideas del liberalismo y a las exigencias de libertades constitucionales y civiles e independencia política. Pero, a partir de las revoluciones de 1848, el nacionalismo se tornó cultural, impregnando de valores tradicionales, históricos, dinásticos y militares en Alemania y Hungría. La
nación cultural inspiró los movimientos de las minorías del centro y este de Europa en imperios Austro-Húngaro,
Otomano y Ruso, y de irlandeses, catalanes, vascos y flamencos en la Europa Occidental. A finales del siglo
XIX, el nacionalismo político fue asumiendo formas agresivas e intolerantes, identificándose con ideas de grandeza nacional, expansionismo militar y superioridad racial y con políticas autoritarias, populistas y antiliberales. Al mismo tiempo, el nacionalismo de las minorías, como armenios, georgianos, kurdos o judíos, provocó a partir de entonces y hasta el final de la Primera Guerra Mundial, la primera gran etapa de movilización étnica secesionista de la historia europea. La primera oleada de nacionalismo transformó el mapa
de Europa: con la independencia de Grecia en 1829, de Hungría en 1867, de Rumania, Serbia y Bulgaria en
1878, y la unificación de Italia en 1870 y de Alemania en 1871. Pero fue entre 1880 y 1914 cuando el nacionalismo se constituyó en principal factor de desestabilización de la política europea e internacional, y desembocó en la Primera Guerra Mundial.

ACTIVIDAD 7.2:
1. Lee el siguiente documento.
La miseria sin esperanza, la rebelión espontánea sin la cólera sistematizada no hubiesen sido más que la ocasión para destrozar máquinas y producir levantamientos fácilmente reprimidos. Esta rebelión contra la miseria no se habría traducido más que por actos instintivos y desordenados. Para magnetizar esa potencialidad era necesaria una doctrina; para ponerla en movimiento, una esperanza.
Palabras de un obrero inglés del siglo XIX
a. ¿Cuál es la importancia de los procesos organizativos en una sociedad cuyos grupos se sienten en desventaja o desfavorecidos? Utiliza un ejemplo aplicado a un problema actual.
b. ¿Cuál consideras que es la responsabilidad de los ideólogos en el desenlace de los hechos históricos?
Explícalo tomando como ejemplo el nacionalismo.
c. ¿Qué sucedería en una sociedad donde no existieran representantes de los distintos intereses de los grupos? Expone una situación hipotética.
2. Los procesos de democratización en Europa han estado ligados con el nacionalismo; sin embargo, en contextos de diversidad étnica el conflicto aparece por la poca autonomía que tienen las minorías para afirmar su nacionalismo. Lee el siguiente texto.
Por nacionalismo se entiende, en términos generales, aquella ideología y política pública encaminadas a asegurar que los Estados sean 'Estados-nación' en los que el Estado y la nación coinciden. Para lograr esta coincidencia, los Estados han adoptado políticas de 'construcción nacional' con el propósito de implantar una única lengua y generar una identidad y cultura común. De otro lado, las minorías étnicas dentro del Estado han reaccionado exigiendo reconocimiento como Estado independiente o como región autónoma dentro del Estado.
El primero se le identifica como 'nacionalismo de estado' y al segundo como, 'nacionalismo de las minorías'. El conflicto entre los dos surgió en el siglo XIX, fue una característica constante en el siglo XX y continúa siendo la fuerza más poderosa en los países de Europa del Este. Incluso, en las democracias occidentales consolidadas,
el nacionalismo de las minorías está en un momento crítico en: País Vasco, Escocia, Flandes, Quebec y Puerto
Rico.
De Blas Guerrero Andrés, Nacionalismo y Naciones en Europa, Alianza, Madrid, 1994.
a. Si se afirma que la democracia funciona mejor en el contexto de unidades políticas nacionales, ¿esto defiende el nacionalismo de Estado, el de las minorías, o ambos? Explica tu respuesta.
b. ¿Qué se debe hacer cuando las dos formas de nacionalismo, de las minorías y del Estado, entran en conflicto?


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