Las naciones, tal como
las conocemos hoy día, son el resultado de complejos procesos históricos,
sociales, políticos y económicos que anclan sus raíces en distintas etapas del
desarrollo humano. Uno de los fenómenos más complejos y determinantes en la
configuración de las naciones es el nacionalismo.
NACIONALISMO
La mayoría de
científicos sociales reconocen al nacionalismo como una ideología nacida en la
modernidad,
ligada a la
consolidación de los Estados-nación y a las ideas de soberanía popular y
democracia surgidas con la
Revolución Francesa y la
independencia de Estados Unidos. Las naciones como tal no han existido desde siempre,
se empezaron a forjar en los siglos anteriores a la Revolución Francesa. En los
siglos XVII y XVIII, las
clases medias en la
mayoría de los países europeos se guiaban políticamente por los ideales
humanistas
universales de libertad,
igualdad y fraternidad, propuestos por la Ilustración y cristalizados en la
Revolución
Francesa. Sin embargo,
desde comienzos del siglo XIX, la creencia en los principios universales, los
Derechos
Humanos y el progreso
natural de la humanidad se vieron desplazados por la imagen idealizada de cada nación.
Esta imagen fue construida a partir de los ideales románticos del pasado, retomando
tradiciones antiguas y elaborando un imaginario colectivo. De esta manera, fue
conformándose una noción de colectividad agrupada en torno a unos valores
ancestrales, hereditarios, que dieron lugar a una cultura e identidad nacional.
Este nuevo enfoque
implicó la supremacía de los valores nacionales sobre los valores humanos
universales, con lo cual la identificación y la solidaridad con los
coterráneos, es decir con los del mismo país, se hicieron más fuerte y se
debilitó la valoración de las personas que no eran del país. Surgieron entonces
las referencias
"nosotros" y
"ellos" con sus correspondientes categorías "dominación" y "exclusión".
Estos sentimientos nacionales eran ajenos a la nobleza europea anterior a la
Revolución Francesa. En los Estados monárquicos absolutistas precedentes, las
instituciones políticas estaban basadas en vínculos religiosos o dinásticos y
los ciudadanos le debían lealtad a la Iglesia o al monarca, quien ejercía el
poder de manera absoluta.
Con la llegada al poder
de las elites intelectuales e industriales, la forma de ejercer el poder
cambió. La política pasó de ser ejercida por una persona soberana a ser
ejercida en nombre de una nación, de una colectividad también soberana. Los
sentimientos de lealtad y deber de los súbditos hacia el monarca se
transformaron en vínculos sentimentales y emocionales en relación con el
conjunto de símbolos que identificaban la nación. Por tanto, podemos decir que
el concepto nación se forjó y perfeccionó en las sociedades masivas e industrializadas
de los siglos XVIII y XIX, cuando la unión en torno al ideal de nación soberana
facilitó la acción de un Estado contra otro.
LA IDEA DE NACIÓN
La palabra nación
proviene del latín nascere y significa lugar donde se nace. Desde las
Ciencias Sociales y
Políticas se define como
una realidad constituida por un conjunto de seres humanos que comparten un
lugar
común de nacimiento y de
vida, con una serie de características que los identifican y al mismo tiempo
los distinguen
de otros grupos: etnia,
lengua, costumbres, tradiciones, historia, religión, música, gastronomía; pero sobre
todo comparten un sentimiento común de tener un mismo destino. En términos de
los ideales de las revoluciones burguesas, la nación simboliza la unidad y
autodeterminación política del pueblo, entendido éste como el conjunto de
ciudadanos libres e iguales frente a los poderes tradicionales, aristócratas y
reales.
De esta manera, es
notable el sentido dual de nación: por un lado definida en términos políticos,
desde la
Revolución Francesa,
relacionada con la voluntad individual y asociada a los grandes Estados
europeos; y por otro, una definición en términos culturales de lengua, etnia y
religión. Las dos concepciones del sentido nación originan contenidos
distintos: la nación política y la nación cultural.
LA NACIÓN POLÍTICA
La nación política
proviene del modelo francés. Esta concepción promulga el funcionamiento del
aparato estatal aglutinando a los individuos que la integran, en un espacio
económico, social y político abarcado por el Estado.
La forma acabada de la
nación política es el Estado-nación, caracterizado por la coincidencia entre el
ejercicio de la autoridad y el desarrollo de una solidaridad entre su
población. Los vínculos que mantienen unida a la sociedad de la nación política
son de tipo asociativo, resultado de pactos que garantizan beneficios de la asociación
para el individuo. Este modelo se aprecia en el siglo XIX en los casos inglés,
holandés, suizo, norteamericano y francés. La nación política implica una
organización para la obtención de fines políticos y económicos. Por ejemplo, un
fin económico es la protección del mercado interior frente a la competencia extranjera
y el desarrollo de la industrialización. Como ejemplo del Estado-nación está
Francia, que fue capaz de conformar una única comunidad nacional sobre un
conjunto de territorios que, históricamente, formaban unidades culturales y
políticas distintas. En este caso, la asimilación y supeditación de las
culturas minoritarias a un Estado mayor y a una sociedad nacional, demuestra la
fuerza de unión del Estado.
LA NACIÓN CULTURAL
La nación cultural
proviene del modelo alemán y se sustentó en la existencia de un grupo étnico
diferenciado, que comparte una lengua, un territorio y el desarrollo histórico.
Este tipo de nación dio origen a un nacionalismo cultural en el que se
privilegia lo autóctono y lo comunal. Las naciones culturales son organismos
que mantienen unida a la sociedad a partir de nexos comunitarios como la etnia
y el territorio. Ejemplo de este tipo nacional: la etnia, la educación y la
lengua. Estos elementos promovieron:
• La exaltación de la cultura germánica.
• El desprecio por las demás culturas y naciones.
• El autonombramiento de Alemania como guía del mundo.
En estas circunstancias,
a los ojos de los alemanes, era clara la necesidad de una acción política y
militar que defendiera a cualquier precio la pureza de la "raza" y la
cultura alemanas.
FACTORES CULTURALES EN
EL NACIONALISMO
Lengua,
"raza", religión y territorio son para el nacionalismo parte
fundamental de su legitimidad. Pero de todos los elementos culturales que
intervienen en la estructura de la nación, la lengua es quizás el más
importante, ya que resulta el elemento más eficaz a la hora de marcar la
diferencia y mantener la distancia entre el "nosotros" y los
"otros". La lengua fue usada en el caso alemán como "frontera
interior", especialmente funcional en una nación donde las fronteras
naturales no estaban definidas. La lengua fue explotada en la medida que permitió
desarrollar una comunicación y a su vez facilitar la participación de los
ciudadanos en asuntos políticos.
Otro vínculo comunitario
determinante es el territorio. Es innegable que los individuos crean lazos
afectivos muy fuertes con su lugar de nacimiento; y el nacionalismo ha sabido
usar esta afectividad para fortalecer el sentimiento de pertenencia. La
religión, indirectamente, colaboró con la expansión del nacionalismo por la
crisis que afrontó durante la Revolución industrial y por la incapacidad del
pueblo para encontrar un sustituto filosófico o ideológico de la religión.
Según Hayes, "comunismo y nacionalismo fueron y son las alternativas que
se ofrecen a las clases populares en reemplazo de la religión"; así, el
nacionalismo entró a llenar el vacío que dejó la religión. En síntesis, lo
importante es forjar una identidad que legitime la independencia política. Para
ello, el
nacionalismo recurre a
cualquier elemento: gastronomía, sangre, historia o indumentaria; alrededor se
conforman los mitos nacionalistas
que se deben proteger a toda costa y que han derivado en las más diversas y
crueles formas de violencia.
ESTADOS-NACIÓN Y
NACIONALISMO
Los Estados-nación son
hijos del nacionalismo, y en ellos el "Estado existe cuando se da un
territorio elimitado, una población y un gobierno central, que ejerce el poder
sobre ambos, representando una soberanía nacional". En este sentido, el
Estado tiene el monopolio de la coerción, ejercida a través de grupos
especializados y autorizados: el ejército y la policía. En teoría, en los
estados-nación debe haber correspondencia entre nación y Estado. Sin embargo,
históricamente han existido y existen Estados que comprenden varias naciones:
como la antigua Unión Soviética o la ex Yugoslavia, y naciones divididas en dos
o más estados como fue el caso de la República Federal Alemana y la República
Democrática Alemana.
Pese a que el concepto
de nación tiene un contenido democrático, también implica la lucha por el poder
y la exclusión de los otros. En una nación heterogénea y multiétnica la
proclamación de una nación suprema genera una unidad artificial, que con el
tiempo derivará en rupturas o intentos de emancipación violentos. La mayoría de
las naciones no lo son por autodeterminación, sino que fueron construidas mediante
el poder estatal e impuestas por la fuerza. Nación y nacionalismo están
asociados a dominación y exclusión; a homogeneización y opresión. Lo cual fue
evidente en el siglo XIX con el uso del lenguaje como forjador de identidad
nacional, cuando los Estados se dieron a la tarea de educar a las masas en
lengua vernácula, con el propósito de aumentar los niveles de participación en
política. La alfabetización y la democratización masivas contribuyeron a la
creación de identidades nacionales fuertes, infundiendo en los ciudadanos una
nueva dignidad. El nacionalismo eliminó la distancia que en épocas anteriores
separaba a las elites de "la plebe", ya que las naciones se definen
en términos del "pueblo" independientemente de su clase u ocupación.
En el nacionalismo, "el pueblo es soberano, es el objeto central de la
lealtad, y la base de la solidaridad colectiva".
POLÍTICAS DE
CONSTRUCCIÓN NACIONAL
Las políticas de
fortalecimiento del nacionalismo, desarrolladas en el siglo XIX, incluyeron:
• Planes de estudios de educación nacional.
• Apoyo a los medios de comunicación nacional.
• Imposición de símbolos nacionales como la bandera, el
escudo y el himno.
• Determinación de leyes sobre idioma oficial y la
ciudadanía.
Estas políticas
generaron resistencia en minorías culturales, que históricamente ejercían algún
tipo de gobierno propio. La destrucción de las formas organizativas de las
naciones pequeñas y su incorporación al Estado nacional, las impulsaron a
iniciar un proceso de recuperación de la independencia política y territorial.
Este
denominado nacionalismo
de las minorías entró en pugna con el nacionalismo de Estado, con lo cual los
Estados-nación
adquirieron un doble carácter: de constructores y destructores de naciones, al
imponer un sentimiento de pertenencia nacional artificial ignorando las
minorías nacionales. Los programas de
"construcción
nacional del Estado" del siglo XIX tuvieron como elemento principal las
políticas de colonización de los territorios de las minorías, intercediendo en
sus instituciones políticas y educativas e imponiéndoles un idioma común.
CONSECUENCIAS HISTÓRICAS
DEL NACIONALISMO
El nacionalismo fue
convirtiéndose en el principal sentimiento de cohesión de los países y
sociedades europeas del siglo XIX. Su objetivo de conformación, fortalecimiento
o expansión se concretó en la segunda mitad del siglo. En la primera mitad, los
nacionalismos, como los casos de Grecia, Polonia, Hungría e Italia, se pueden
calificar de nacionalismos políticos asociados a las ideas del liberalismo y a
las exigencias de libertades constitucionales y civiles e independencia
política. Pero, a partir de las revoluciones de 1848, el nacionalismo se tornó
cultural, impregnando de valores tradicionales, históricos, dinásticos y
militares en Alemania y Hungría. La
nación cultural inspiró
los movimientos de las minorías del centro y este de Europa en imperios
Austro-Húngaro,
Otomano y Ruso, y de
irlandeses, catalanes, vascos y flamencos en la Europa Occidental. A finales
del siglo
XIX, el nacionalismo
político fue asumiendo formas agresivas e intolerantes, identificándose con
ideas de grandeza nacional, expansionismo militar y superioridad racial y con
políticas autoritarias, populistas y antiliberales. Al mismo tiempo, el nacionalismo
de las minorías, como armenios, georgianos, kurdos o judíos, provocó a partir
de entonces y hasta el final de la Primera Guerra Mundial, la primera gran
etapa de movilización étnica secesionista de la historia europea. La primera
oleada de nacionalismo transformó el mapa
de Europa: con la
independencia de Grecia en 1829, de Hungría en 1867, de Rumania, Serbia y
Bulgaria en
1878, y la unificación
de Italia en 1870 y de Alemania en 1871. Pero fue entre 1880 y 1914 cuando el
nacionalismo se constituyó en principal factor de desestabilización de la
política europea e internacional, y desembocó en la Primera Guerra Mundial.
ACTIVIDAD 7.2:
1. Lee el siguiente documento.
La miseria sin
esperanza, la rebelión espontánea sin la cólera sistematizada no hubiesen sido
más que la ocasión para destrozar máquinas y producir levantamientos fácilmente
reprimidos. Esta rebelión contra la miseria no se habría traducido más que por
actos instintivos y desordenados. Para magnetizar esa potencialidad era
necesaria una doctrina; para ponerla en movimiento, una esperanza.
Palabras de un obrero
inglés del siglo XIX
a. ¿Cuál es la
importancia de los procesos organizativos en una sociedad cuyos grupos se
sienten en desventaja o desfavorecidos? Utiliza un ejemplo aplicado a un problema
actual.
b. ¿Cuál consideras que
es la responsabilidad de los ideólogos en el desenlace de los hechos
históricos?
Explícalo tomando como
ejemplo el nacionalismo.
c. ¿Qué sucedería en una
sociedad donde no existieran representantes de los distintos intereses de los
grupos? Expone una situación hipotética.
2. Los procesos de democratización en Europa han estado
ligados con el nacionalismo; sin embargo, en contextos de diversidad étnica el
conflicto aparece por la poca autonomía que tienen las minorías para afirmar su
nacionalismo. Lee el siguiente texto.
Por nacionalismo se
entiende, en términos generales, aquella ideología y política pública
encaminadas a asegurar que los Estados sean 'Estados-nación' en los que el
Estado y la nación coinciden. Para lograr esta coincidencia, los Estados han
adoptado políticas de 'construcción nacional' con el propósito de implantar una
única lengua y generar una identidad y cultura común. De otro lado, las
minorías étnicas dentro del Estado han reaccionado exigiendo reconocimiento
como Estado independiente o como región autónoma dentro del Estado.
El primero se le
identifica como 'nacionalismo de estado' y al segundo como, 'nacionalismo de
las minorías'. El conflicto entre los dos surgió en el siglo XIX, fue una
característica constante en el siglo XX y continúa siendo la fuerza más
poderosa en los países de Europa del Este. Incluso, en las democracias
occidentales consolidadas,
el nacionalismo de las
minorías está en un momento crítico en: País Vasco, Escocia, Flandes, Quebec y
Puerto
Rico.
De Blas Guerrero Andrés,
Nacionalismo y Naciones en Europa, Alianza, Madrid, 1994.
a. Si se afirma que la
democracia funciona mejor en el contexto de unidades políticas nacionales,
¿esto defiende el nacionalismo de Estado, el de las minorías, o ambos? Explica
tu respuesta.
b. ¿Qué se debe hacer
cuando las dos formas de nacionalismo, de las minorías y del Estado, entran en
conflicto?
Horrible.
ResponderEliminarPara que grado consideran que debe ser manejado esta tematica
ResponderEliminareh
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