lunes, 3 de junio de 2013

El movimiento Comunero Siglo XVIII

Antecedentes del movimiento comunero

El levantamiento comunero no fue el primero de su género en la Nueva Granada. Al menos, tres asonadas se presentaron a lo largo del siglo XVIII:
  • En 1738, los habitantes de la población de Honda, provocaron una revuelta como respuesta al establecimiento del impuesto del estanco.
  • A comienzos de 1752, los indígenas de la región de Tuta, se negaron a destruir los recipientes de barro donde fermentaban la chicha y el guarapo. Según las autoridades españolas, esta práctica contribuía al vicio de la embriaguez.
  • Entre 1765 y 1766, los mulatos que poblaron la regiones de Cauca y Chocó, atacaron en repetidas ocasiones el estanco donde las autoridades almacenaban el aguardiente.
Todas estas protestas tuvieron su origen en las reformas borbónicas impuestas desde España. El aumento y la creación de nuevos tributos, así como el desplazamiento de los criollos de muchos cargos públicos, provocaron el descontento de los pequeños comerciantes y propietarios neogranadinos.

Los Comuneros

En marzo de 1781, los habitantes del Socorro (Santander), se negaron a pagar los impuestos fijados en un edicto en la plaza central de la población. En un abierto desafío a los recaudadores, Manuela Beltrán y otros vecinos, arrancaron y pisotearon los carteles que anunciaban los valores de los tributos, en especial los relacionados con la Armada de Barlovento.
Bajo las consignas de "Viva el Rey, pero no pagaremos la Armada de Barlovento", y "Viva el Rey y muera el mal gobierno", la rebelión se extendió a otras regiones. Los habitantes de más de 60 poblaciones se unieron a la revuelta. El cabildo del Socorro suspendió el cobro de los impuestos, pero el movimiento ya había trascendido la población.
El 16 de abril, los organizadores de la protesta constituyeron una junta a la que denominaron "común", y entonces el movimiento tomó el nombre de "comuneros". Dentro de las filas comuneras, confluyeron diversos sectores sociales.
Los criollos, en su mayoría, aspiraban a la supresión de las medidas que los habían excluido de los cargos públicos. Los organizadores de la revuelta, Juan Francisco Berbeo y Salvador Plata, eran representantes de este grupo.
Los mestizos aspiraban a la igualdad social y a terminar con la discriminación y el maltrato que recibían por parte de peninsulares y criollos. José Antonio Galán y Lorenzo Alcantuz, hacían parte de este grupo.
Los indígenas, en cabeza de Ambrosio Pisco, líder de las comunidades y resguardos de la Sabana, aspiraban a conservar sus tierras y reivindicar los derechos perdidos. En el momento de la protesta, los indígenas llegaron a tener más de 5.000 hombres armados con utensilios de labranza.
Todos los sectores mencionados acordaron iniciar la marcha sobre Santa Fe para exigir al Arzobispo Virrey, Caballero y Góngora, la derogación inmediata de los impuestos.
En el sitio conocido como Puente Real, los Comuneros derrotaron fácilmente a las pocas tropas gubernamentales enviadas a detenerlos. Ante la magnitud de los hechos, el Virrey se presentó personalmente en la población de Zipaquirá para negociar con los insurrectos.

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